Tales of horror, madness, and death, tales of fantasy and morality: these are the works of South American master storyteller Horacio Quiroga. Author of some 200 pieces of fiction that have been compared to the works of Poe, Kipling, and Jack London, Quiroga experienced a life that surpassed in morbidity and horror many of the inventions of his fevered mind. As a young man, he suffered his father's accidental death and the suicide of his beloved stepfather. As a teenager, he shot and accidentally killed one of his closest friends. Seemingly cursed in love, he lost his first wife to suicide by poison. In the end, Quiroga himself downed cyanide to end his own life when he learned he was suffering from an incurable cancer.
In life Quiroga was obsessed with death, a legacy of the violence he had experienced. His stories are infused with death, too, but they span a wide range of short fiction genres: jungle tale, Gothic horror story, morality tale, psychological study. Many of his stories are set in the steaming jungle of the Misiones district of northern Argentina, where he spent much of his life, but his tales possess a universality that elevates them far above the work of a regional writer.
The first representative collection of his work in English, The Decapitated Chicken and Other Stories provides a valuable overview of the scope of Quiroga's fiction and the versatility and skill that have made him a classic Latin American writer.
Considered by many to be one of the first Latin American masters of the short story, Horacio Quiroga is author of some 200 pieces of fiction often compared to that of Rudyard Kipling, Jack London, and Edgar Allan Poe. Among this collection of tales selected by the author himself are stories of sickness, family tragedy, personal despair, and geographical exile, and also the frequent brutality of man.
Tesoros de la Hispanidad
Basta que dos personas sorban los deleites de la vida de un modo anormal, para que se comprendan tanto más íntimamente.
No cabe duda de que Cuentos de amor de locura y de muerte (1917) es la obra más célebre de Horacio Quiroga (1878-1937). Esta distinción no es fortuita porque su lectura nos permite conocer todos los temas del universo quiroguiano en sus entornos más característicos. En cada uno de los 18 relatos que componen la obra, el autor hace gala de un estilo único, ecléctico y magistral.
La muerte y el espanto aguardan en la naturaleza despiadada, escondidos en la espesura o en las aguas torrentosas de los ríos misioneros (La miel silvestre, Los Mensú, Los pescadores de vigas y Yaguaí, entre otros). En los lugares de sociedad y las suntuosas salas de la Belle Époque rioplatense corren desbocados el deseo, la adicción y la obsesión (Una estación de amor, La meningitis y su sombra, La muerte de Isolda y El infierno artificial). Pero es tal vez en el propio hogar donde acechan los horrores más espeluznantes, sean estos sobrenaturales (El almohadón de plumas) o brutalmente domésticos (La gallina degollada).
Ávido lector de Poe y de Guy de Maupassant, Horacio Quiroga es reconocido como uno de los maestros del terror. Asimismo, abordó magistralmente el género infantil en sus Cuentos de la selva, ambientados en la jungla misionera, e incursionó en la novela en Historia de un amor turbio y Pasado amor. Su Diario de viaje a París (descubierto décadas después de su trágica muerte) incluye apuntes, notas y reflexiones del joven autor durante su periplo por la metrópolis en 1900 y permite vislumbrar el estilo y los temas cultivados por Quiroga en el curso de prolífica trayectoria.
The uncontested master of modern Latin American narrative, Horacio Quiroga (Uruguay, 1878) draws his influences from modernist giants, such as Rubén Darío, and romantic and naturalist behemoths, such as Edgar Allan Poe and Guy de Maupassant. Cuentos de amor de locura y de muerte (1917) is his most acclaimed work and is a classic of Spanish literature.
This book includes eighteen short stories, with subjects ranging from gothic horror (La gallina degollada), to inappropriate relationships (Una estación de amor, La muerte de Isolda), addiction (El infierno artificial), and an unforgiving nature (La miel silvestre, Yaguaí). Quiroga's prose oscillates between a concise, rational style, and decadent, ostentatious sentences, a constant homage to his Romantic forefathers.
Anaconda es un relato del escritor uruguayo Horacio Quiroga, publicado en 1921 y perteneciente al libro Anaconda y otros cuentos, que trata de la destrucción causada por el ser humano en el mundo natural.
De brutal actualidad, narra cómo las víboras, representando a los seres humanos, se constituyen en amenaza para el entorno.
Al inicio de la historia una serpiente yarará descubre la presencia de hombres en un viejo edificio deshabitado en la selva. El suceso provoca un Congreso de las Víboras para afrontar la situación.
Durante el cónclave determinan que es preciso atacar a los humanos para proteger sus vidas, siendo lo más conveniente matar primero a sus caballos. Solo las serpientes Ñacaniná y Anaconda creen, en minoría, que sería más efectivo atacar primero al perro que han traído los humanos pues este está adiestrado para cazarlas y puede ser letal.
La disputa entre las víboras y los hombres es en este relato de Quiroga una metáfora de la intromisión humana en la naturaleza y del exterminio que ello supone para la vida salvaje.
El cuento se podría dividir, según su estructura interna, teniendo en cuenta sus once capítulos, de la siguiente forma:
Introducción: constituido por el primer capítulo. Se introduce al primer personaje, se presenta la ubicación espacial y temporal, y se descubre la llegada del hombre a la selva.
Nudo/Desarrollo: constituido por los capítulos dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez. En ellos se describen los planes y luchas que las víboras realizan para vencer a los humanos y vivir en paz como originalmente lo hacían.
Desenlace: constituido por el capítulo once. En él se relata la última lucha entre las víboras y los humanos y la victoria de estos últimos.
El título hace referencia a uno de los personajes principales de la historia, y, por lo tanto, sería un tipo de título epónimo. También podría tener un significado metafórico, ya que al ser la Anaconda la más fuerte de todas las serpientes (a excepción del pitón malayo) se podría referir a la fortaleza y resistencia que las serpientes opusieron a los hombres.
Horacio Silvestre Quiroga Forteza (Salto, 31 de diciembre de 1878-Buenos Aires, 19 de febrero de 1937). Uruguay.
Era hijo del vicecónsul argentino en Salto quien descendía del caudillo riojano Facundo Quiroga. Desde pequeño vivió acontecimientos trágicos: a los tres meses de edad, su padre murió de un disparo accidental de su propia escopeta en su presencia.
Hacia 1900 Quiroga se fue a París tras recibir la herencia de su padre. Al volver, fundó con sus amigos Federico Ferrando, Alberto Brignole, Julio Jaureche, Fernández Saldaña, José Hasda y Asdrúbal Delgado, el Consistorio del Gay Saber, un laboratorio literario donde ensayaron nuevas formas de expresión.
Durante 1917, Quiroga vivió con sus hijos en un sótano de la avenida Canning, alternando su trabajo como diplomático y la escritura de relatos publicados en revistas. La mayoría de estos fueron recogidos en libros, el primero de los cuales fue Cuentos de amor de locura y de muerte (sic, título sin coma), que tuvo gran éxito de público y de crítica. Al año siguiente apareció Cuentos de la selva, colección de relatos infantiles protagonizados por animales y ambientados en la selva. Quiroga dedicó este libro a sus hijos, que lo acompañaron durante ese período de pobreza.
A partir de 1932 Quiroga vivió en Misiones con María Elena y su tercera hija. Por entonces le diagnosticaron hipertrofia de próstata. Agravada su dolencia, Quiroga viajó a Buenos Aires y allí descubrieron que tenía un cáncer de próstata avanzado. Horacio Quiroga murió el 19 de febrero de 1937, tras beber un vaso de cianuro.
Anaconda es un relato del escritor uruguayo Horacio Quiroga, publicado en 1921 y perteneciente al libro Anaconda y otros cuentos, que trata de la destrucción causada por el ser humano en el mundo natural.
De brutal actualidad, narra cómo las víboras, representando a los seres humanos, se constituyen en amenaza para el entorno.
Al inicio de la historia una serpiente yarará descubre la presencia de hombres en un viejo edificio deshabitado en la selva. El suceso provoca un Congreso de las Víboras para afrontar la situación.
Durante el cónclave determinan que es preciso atacar a los humanos para proteger sus vidas, siendo lo más conveniente matar primero a sus caballos. Solo las serpientes Ñacaniná y Anaconda creen, en minoría, que sería más efectivo atacar primero al perro que han traído los humanos pues este está adiestrado para cazarlas y puede ser letal.
La disputa entre las víboras y los hombres es en este relato de Quiroga una metáfora de la intromisión humana en la naturaleza y del exterminio que ello supone para la vida salvaje.
El cuento se podría dividir, según su estructura interna, teniendo en cuenta sus once capítulos, de la siguiente forma:
Introducción: constituido por el primer capítulo. Se introduce al primer personaje, se presenta la ubicación espacial y temporal, y se descubre la llegada del hombre a la selva.
Nudo/Desarrollo: constituido por los capítulos dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez. En ellos se describen los planes y luchas que las víboras realizan para vencer a los humanos y vivir en paz como originalmente lo hacían.
Desenlace: constituido por el capítulo once. En él se relata la última lucha entre las víboras y los humanos y la victoria de estos últimos.
El título hace referencia a uno de los personajes principales de la historia, y, por lo tanto, sería un tipo de título epónimo. También podría tener un significado metafórico, ya que al ser la Anaconda la más fuerte de todas las serpientes (a excepción del pitón malayo) se podría referir a la fortaleza y resistencia que las serpientes opusieron a los hombres.
Horacio Quiroga es, para muchos, el Edgar Allan Poe de habla hispana. Sin embargo, a diferencia de Edgar Allan Poe, que tanto influyó en él, Quiroga dejó muy pronto de buscar lo extraordinario en el ámbito de lo fantasmagórico y lo grotesco para perseguirlo en el campo de lo real, de lo cotidiano. Sus historias siempre se caracterizaron por reflejar vidas trágicas, con grandes pérdidas de seres queridos e historias de amor sin finales felices.
El estilo de Quiroga está al servicio de la brevedad, la intensidad y la tensión. El escritor uruguayo sostenía que el cuento debía ser:
una flecha que, cuidadosamente apuntada, parte del arco para ir a dar en el blanco. Cuantas mariposas trataran de posarse sobre ella para
adornar su vuelo, no conseguirían sino entorpecerlo.
En Decálogo del perfecto cuentista, publicado en este volumen de Relatos de Horacio Quiroga, Quiroga aplica sus diez mandamientos que definen, de manera tajante, cómo se llega a ser insuperable en el arte de producir o más bien crear, tal como él mismo lo dice, cuentos.
El propio Quiroga señala la importancia de la brevedad del relato y su concepción de la importancia de escribir con un objetivo claro y una meta delimitada acerca del contenido mismo del cuento. La inspiración pasa a un segundo plano, para dar paso a la producción, a la capacidad del escritor de elaborar los mundos textuales, ya preconcebidos. Asimismo, apunta que cada relato debe tener prefijado lo que ha de contener, pues todo término debe poseer una función específica.
Para Quiroga, el relato es una maquinaria perfectamente estructurada, en la cual no sobran ni faltan piezas.
En esta edición de Relatos de Horacio Quiroga, junto con Decálogo del perfecto cuentista hemos incluidos otras narraciones con el propósito de ofrecer una muestra lo más amplia posible de la producción quiroguiana. Les dejamos un comentario de algunos de ellos:
La gallina degollada narra la historia de un matrimonio, Mazzini-Ferraz, que tiene cuatro hijos que, tras sufrir de meningitis de pequeños, quedan afectados con severas incapacidades físicas y mentales. El matrimonio desgraciado tiene la fortuna de tener una hija sana, pero la felicidad dura poco en su hogar. La posibilidad de que la herencia biológica haya podido ser el motivo de la discapacidad de sus hijos, provoca en la relación entre los dos cónyuges un progresivo deterioro. Detrás de esta historia está latente el naturalismo determinista de finales del siglo XIX, una corriente literaria a la que Quiroga no permaneció ajeno.
El desierto contiene numerosos elementos autobiográficos. La situación del protagonista, un hombre que tras enviudar queda a cargo de sus hijos pequeños en un entorno selvático, es análoga a la que vivió Quiroga tras el suicidio de su primera esposa.
El hombre muerto un personaje anónimo se resiste a admitir su fin con una actitud de rebeldía mental.
Horacio Silvestre Quiroga Forteza (Salto, 31 de diciembre de 1878-Buenos Aires, 19 de febrero de 1937). Uruguay.
Era hijo del vicecónsul argentino en Salto quien descendía del caudillo riojano Facundo Quiroga. Desde pequeño vivió acontecimientos trágicos: a los tres meses de edad, su padre murió de un disparo accidental de su propia escopeta en su presencia.
Hacia 1900 Quiroga se fue a París tras recibir la herencia de su padre. Al volver, fundó con sus amigos Federico Ferrando, Alberto Brignole, Julio Jaureche, Fernández Saldaña, José Hasda y Asdrúbal Delgado, el Consistorio del Gay Saber, un laboratorio literario donde ensayaron nuevas formas de expresión.
Durante 1917, Quiroga vivió con sus hijos en un sótano de la avenida Canning, alternando su trabajo como diplomático y la escritura de relatos publicados en revistas. La mayoría de estos fueron recogidos en libros, el primero de los cuales fue Cuentos de amor de locura y de muerte (sic, título sin coma), que tuvo gran éxito de público y de crítica. Al año siguiente apareció Cuentos de la selva, colección de relatos infantiles protagonizados por animales y ambientados en la selva. Quiroga dedicó este libro a sus hijos, que lo acompañaron durante ese período de pobreza.
A partir de 1932 Quiroga vivió en Misiones con María Elena y su tercera hija. Por entonces le diagnosticaron hipertrofia de próstata. Agravada su dolencia, Quiroga viajó a Buenos Aires y allí descubrieron que tenía un cáncer de próstata avanzado. Horacio Quiroga murió el 19 de febrero de 1937, tras beber un vaso de cianuro.