Cuentos dominicanos: siglos XX y XXI. Antolog a] es uno de los m s amplios compendios de narrativa dominicana hasta ahora publicados. Antologado por el cr tico Miguel D. Mena, aqu se re nen 40 autores representativos de dos siglos de creaci n dominicana. Lo primero en definirse es el terreno propio de la narrativa como ficci n y no s lo como trasunto de lo hist rico. El primer autor representativo, en este sentido es Fabio Fiallo, quien con sus Cuentos fr giles (1908), inaugura un decir y pensar m s all de los marcos insulares, reflejando al mismo tiempo su percepci n l dica de las corporalidades tropicales. Dentro de los autores m s recientes, se presentan textos de Rita Indiana Hern ndez, Frank B ez, Rey And jar y Mario D valos, cuatro de las nuevas voces de un siglo XXI que es, un siglo XXI?, un ir m s all de esa insularidad que tradicionalmente no nos ha dejado ver a un sujeto en su en s ? El estudio que nos introduce a estos cuentos se ocupa de la relaci n entre ser, espacio y relaciones de poder, en un pa s dominicano de dos siglos, los ltimos, los modernos.

Un libro in dito de Pedro Henr quez Ure a. En la orilla: gustos y colores fue escrito entre 1921 y 1940. Si bien Henr quez Ure a public un libro bajo el t tulo En la orilla, el texto que ahora presentamos es otro: es una colecci n de apostillas sobre filosof a, vida cotidiana, conceptos sobre latinoamerican stica. El Maestro dominicano lo dej listo para la imprenta. Fue localizado en el Archivo de Pedro Henr quez Ure a que se conserva en el Colegio de M xico.

El cl sico infantil Peter Pan Peter Pan (El ni o que nunca quiso crecer), de J.M. Barrie y con arreglo de Frederick Orville Perkins, fue traducido por primera al castellano por Pedro Henr quez Ure a, y publicado por entregas en el peri dico mexicano El Mundo, a partir de octubre de 1923.

En la orilla. Mi Espa a (1922) es uno de los primeros textos de reflexi n sobre cultura hisp nica escrito en Am rica Latina. Su autor, el dominicano Pedro Henr quez Ure a (1884-1946), trat de restablecer los v nculos con la antigua Madre patria, luego de cierta alejamiento intelectual en que los procesos de postcolonizaci n nos hab an sumergido.